Relóticos: relatos pequeños para gente grande 1

Ideas para el 14 de febrero...

En negro y blanco

¿Cuántas formas hay de escribir sobre el sexo sin repetirnos, sin convertirnos en autómatas? ¿De cuántas maneras se puede describir el amor, la lujuria o el simple deseo? ¿Diez formas para besarte, diez más para la penetración y mil y una para poseernos? Mil y un números pueden cabernos. ¿Y cuánto amor? Mil y un  números han sido contados. ¿Y cuánto poder?

El hecho es bien simple. Te veo. Algo innombrable ocurre y se desvela como deseo. A partir de ese momento sólo quiero poseerte o que me poseas. No hablo de amarnos. Quiero tu boca en la mía, tu lengua y tus chasquidos. Quiero morderte y susurrarte, inmovilizarte con  mi lengua, mil lenguas. Entonces ya uno de los dos se ha convertido en la droga del otro, nos necesitamos y nos desvestimos. Succionamos nuestros pezones, los rodeamos con la punta de la lengua en diferentes direcciones. Nos vamos humedeciendo. Y las manos se deslizan hacia abajo. Te quiero erecto y promesa de una gran penetración. Haré todo cuanto sea posible con mi lengua y mis manos.

Al fin, ¿todo es un acto mecánico? ¿Qué excita? ¿Sólo el toque en una determinada zona? O una mirada, quizás. ¿Una palabra apenas susurrada a tiempo? Te entrego mi cuerpo, mi deseo es para ti. Gimo y vuelvo a gemir. Húmedos. Sudamos. Jadeamos. Siento que me das el placer que yo quiero. ¿Dónde están los besos? ¿Dónde la caricia cadente acompañada de la mirada? Y sin embargo me habré envenenado y gozado de puro deseo. Borrachos el uno del otro. ¿A la mañana siguiente estaremos solos?

¿Qué maneras hablan del amor con sentido, haciéndonos únicos? ¿Qué palabras nombran en nosotros los ecos de cuanto hemos vivido en el amor, en la lujuria o en el sexo? ¿Una palabra para besarnos, una frase para unirnos, un párrafo para amarnos ? El infinito puede cabernos. ¿Y cuánto deseo? No se reduce todo a la excitación. ¿Se mide y nombra el amor? ¿Cómo se cuantifica la entrega?

Se trata de algo muy amplio y complejo. No siempre claro. Algo inefable ocurre y tal vez un día descubramos que era amor. Cuando encontramos al destinatario del amor sólo nos interesa su felicidad y la que podamos compartir con él. Queremos su tiempo, su piel, su ausencia. Queremos nuestras miradas cómplices, bailar, la danza de la vida. Cuando dos son dos que se unen libremente para festejar la alegría de vivir, nos necesitamos y no nos retenemos. Como mariposas saltamos y volamos sobre el abismo, rodeándolo suavemente. Nos vamos enamorando. Las manos y las miradas se acercan. Te quiero como compañero de mi camino. Ojalá dure mucho tiempo.

Al fin, ¿es todo un destino? ¿Qué enamora? ¿Sólo el toque de un ángel? O una mirada, quizás. ¿Una comprensión apenas susurrada a tiempo? Nos entregamos por entero con la esperanza de no perdernos, nos sentimos rescatados. Amamos y volvemos a amar. Esperanzados, entregados, nos regalamos. Sentimos que nos damos el uno al otro. ¿Dónde están los secretos? ¿Dónde, el deseo candente? ¿Se extravía la lujuria? Habremos sentido que hemos tocado el universo con nuestras manos. Unidos. ¿A la mañana siguiente estaremos solos?

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