Los cuentos del destino 9

Se suponía que las casualidades nos ayudaban, ¿porque había que pasarlo tan mal a veces?  ¿Por qué al  Loco no le importaba si te iba bien o mal con tal de que tu alma floreciera? Aquello me parecían teorías de Perogrullo, pero eso se debía a que estaba enfadada porque no podía obtener lo que quería. Cuando me enfado mucho, necesito silencio. A veces tengo la tentación de hacer conjuros extraños que a la larga sé que pueden perjudicarme enormemente a mí y a los míos. La búsqueda de la luz implica acercarse a ella. Sucede también que cuanto mayor sea esta luz, no podrá evitarse que la sombra también crezca, siempre estarán las dos presentes, como el día y la noche.

No obstante estaba enfadada, molesta y rabiosa, terriblemente rabiosa. No por tener más información tenemos la garantía de hacer mejor las cosas, no.  Salí de casa dando un  portazo y me fui a la biblioteca. Es un hermoso edificio gótico con mucho silencio donde me siento bien . Es mi refugio. No voy a menudo, sólo en determinadas ocasiones cuando lo necesito internamente. Pedí los libros que necesitaba para el examen de turno y tenía que esperar media hora hasta que me los trajeran. Una eternidad. Di unas vueltas mirando las revistas que había por allí. Todas muy serias y aburridas. Aún quedaban veinticinco minutos. ¿Volver a salir, ir a tomarme un café con leche y volver? Imposible, ahora mismo me estaba dando cuenta de que me había dejado el monedero en casa. Seguí hojeando revistas por casualidad hasta que di con un título que decía: “El loco camino del alma”. ¡No me lo podía creer! Volví a leer el título y sí, decía “El loco camino del alma”. Estaba allí escrito. El título parecía estar escrito para mí. Era una revista de antropología. ¿Qué tenía que ver la antropología con todo esto? Era un número especial sobre la locura en la filosofía y la literatura, la idea de locura, quiero decir. Aquella casualidad era una locura en un día tan loco en el que me había peleado casi con todo el mundo, en el que me sentía desquiciada y rodeada por gente que no quería entender lo que yo decía. De alguna manera aquel título me llamaba. Me puse a leerlo, obviamente. 

Hubo una parte del texto que me llamó poderosamente la atención. Atendiendo a Platón, mucho antes del registro de nuestro nacimiento en un hospital o donde se dé lugar, sucede una elección fundamental, aquella que señala nuestra alma para que se enraíce en esta Tierra. Esto era de lo que trataba el artículo en cuestión: cómo nuestra alma elige llegar a la Tierra. No estaba mal para un día en el que no quería hacerme responsable de nada y estaba tan peleada con todo, ¿verdad? 

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