Preguntando XVII: Los mortales del país del sol (primera parte)

Los mortales del país del Sol

Se cuenta que hace mucho antes que hubiese una vez, había mortales que sólo vivían de día. Se levantaban y acostaban con el sol. Nunca veían las estrellas. Los poetas cantaban al sol. Los locos lunáticos no existían porque nadie había visto la luna ni sabían de su existencia, así como otras criaturas. El sueño que ahora todos conocemos se llamaba siesta y duraba lo que ésta: apenas unos pocos minutos.

Sucedió que debido al cansancio que paulatinamente se fue apoderando de aquellos mortales, éstos que antes lo recordaban todo se dieron cuenta un día que algunos de sus recuerdos se caían y otros se rompían. Se inquietaron mucho porque una cosa era perder un recuerdo entre nubes y otra bien diferente el que se resquebrajara. Una nube podía volver a pasar y si un sueño se había quedado prendado en ella, con la lluvia, tarde o temprano, podía volver a la tierra, las esperanzas no se perdían. Pero los recuerdos rotos... ¡ya no había manera de recuperarlos!

Los mortales de aquel tiempo planearon, entonces, un sistema de recuperación. Fueron convocados todos los artistas que deberían mantenerse siempre alertas para copiar los recuerdos cuando se caían y rompían. Así se evitaría su irremediable pérdida. Pero la tarea era colosal. No había en el Reino de los de mortales solares suficientes artistas para plasmar los recuerdos antes de que se despedazaran. Aquellos mortales no tenían capacidad de previsión y ante cada solución surgía un nuevo problema. Buscaron con ahínco soluciones, encontraron miles. Aunque ninguna lo suficientemente asertiva.

Al fin llegaron a la conclusión de que la única posibilidad era dejar los recuerdos en el agua, si caían allí no se rompían sino que podían flotar o hundirse, no acababan destruidos. Algo perdido en el agua tarde o temprano siempre puede ser recuperado por alguien en algún lugar.

Los mortales comenzaron así a edificar sus casas sobre botes y grandes plataformas flotantes. En el mar y en los lagos mayores estaban las grandes ciudades; en los ríos se encontraban las poblaciones más pequeñas y en los pequeños lagos, los pueblecitos de pocas familias. Los recuerdos ya no caían como cristales hechos añicos sino como lágrimas esmeriladas en las aguas y siguiendo la corriente se unían a otros recuerdos, otras lágrimas en ríos y mares para descansar finalmente al fondo del vasto océano. Desde lejos se distinguía perfectamente aquella zona porque era más oscura.

continuará...

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