Los cuentos del destino 5

Quizás cada uno de nosotros prefiera ver la verdad de una manera. Cuando un buen amigo nos hace un comentario desnudo podemos reaccionar de muchas formas. Si cierro los ojos e imagino aquel pulcro pueblecito de nuestro cuento no sé si habría sido la única persona que no cerraría ni puertas ni ventanas. También puedo imaginarme como la reina blanca que con su capa protegiera a la otra.

¿Qué le habría dicho? ¿Habría hecho algo más que darle la capa? Si mi personaje fuera la Verdad, no me imagino reaccionando diferentemente. Hay algo que me acerca a ese personaje y lo comprendo como si fuéramos los testigos de un crimen. ¿Qué puede provocar tanto temor? Dudo que la verdad sea siempre valiente y una y única. Pero al final del cuento la dama de la Verdad confía en la dama de la capa y yo aún me pregunto por qué...


Por entonces creo que no objeté nada, me parece que sabiamente lo dejé para más adelante. Resulta evidente: aún no sabía hablar. Dicen que no me dormí mientras la escuchaba con los ojos muy abiertos. No creo que la verdad se esconda única y exclusivamente en el Tarot. Si hay alguna verdad, lo cual es bastante conveniente dudar la mayoría de las veces, se trata más bien de un eco. Es una reverberación que nos llama. A veces simplemente sabemos. En dichas ocasiones no siempre nos visita la lógica, pero se trata de algo que es así y bien podemos esforzarnos mucho por ocultar o razonar, o bien podemos aceptarlo.

El eco no se cansará, hagamos lo que hagamos continuará vibrando. Para acercarnos a su peculiar musicalidad, hay que escuchar, precisamente, mucha música. La misma que los más antiguos maestros reconocen en el universo, la que los científicos también nombran como “la melodía del cosmos”. Para distinguirla y apreciarla es mucho mejor permanecer en silencio. Porque la música del macrocosmos está también dentro de nosotros. ¿Cómo escucharnos entonces? Hay muchos sistemas, uno de ellos es el Tarot.

No hace falta tirarse las cartas cada día. El Tarot es un puente para llegar a nuestro inconsciente, ese vasto territorio donde el espacio y el tiempo son macrocósmicos o como dijera Einstein, relativo. Allí no hay una sucesión ordenada de los acontecimientos en horas ni días ni meses, no. Allí habitan los sueños, el lenguaje simbólico que también encontramos en el tarot, en la poesía, en la mística o en la música.

Si quieres atravesar por el puente y llegar al otro lado, basta con que te imagines como personaje de cada una de las historias siguientes en un proceso que ya ha sido identificado y desarrollado por un importante psicólogo, Carl Gustav Jung. El ideó un método, si cabe dicha denominación, para ponernos en contacto con lo más profundo de nosotros mismos. Es como si hubiera dado con una simple fórmula, tan sencilla que permite a su vez que cada uno de nosotros la ampliemos y la hagamos crecer a nuestra única manera. A esto lo llamó imaginación activa.

Es realmente importante que sea activa, no podemos permanecer impasibles frente a los mensajes de nuestro inconsciente y no contestar a dichos mensajes. Incluso a veces es necesario protestarlos. Se trata más bien de un diálogo que es profundo porque es un intento de verdadera comunicación con lo más hondo que hay en nuestro ser. Cuando hablamos con alguien respondemos a lo que nos dice, no a lo que imaginamos que nos dice. Ése es el tipo de comunicación que se requiere en estos casos. Y si no entendemos algo, pediremos aclaraciones.

Puede que la otra persona no tenga ganas de dárnoslas y que tengamos que esperar a otro momento mejor. Aquí, sin embargo, pediremos las respuestas porque con quien estamos hablando es con nosotros mismos, nuestra parte más vasta, recóndita, es decir, con nuestro interior. Al igual que cuando nos encontramos con una persona por vez primera, tendremos que presentarnos y puede llevar toda una vida conocerse de verdad. Como toda relación habrá que alimentarla y cuidarla para que crezca. Ambos nos necesitamos, porque “nuestros sueños más profundos necesitan ser regados, cultivados y plantados en la realidad exterior... en este lugar sagrado donde se juntan las aguas y la tierra, tanto lo personal como lo universal son tocados y transformados ”

¿Cómo hacerlo? Hay muchas maneras, ya irás encontrado la que te resulte más propia. La que yo suelo utilizar consiste en 10 pasos.

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