Los cuentos del destino 14

Vuelvo a recordar este cuento especialmente cuando necesito echar mano de todos mis recursos, cuando lo que hay no es suficiente y  necesito transformar mis trocitos de realidad sin más magia ni truco que los de mi propia imaginación y creatividad. En realidad es como cuando te llega alguien a cenar y en la nevera no hay mucho, pero logras transformarlo en una cena inolvidable, entonces no se trata solamente de voluntad, quizás ni tan siquiera de creatividad sino solamente de amor, el amor hace milagros hasta con la nevera vacía. El que transforma, crea y ama es el mago malabarista que todos llevamos dentro y que nos impulsa en nuestro vuelo, tal como acontece en el cuento anterior.

Otra de las obras del  Mago son las casualidades, en realidad las crea junto al Loco pues toma esa energía y la transforma en acciones con un cierto sentido. Jung, el gran psicólogo que estudió el inconsciente colectivo y dio el primer paso para la psicología humanista, fue precisamente quien nombró por vez primera este tipo de sucesos. Los llamó sincronicidad. Hay muchísimos libros y estudios sobre el tema, suficientemente analizados. En esoterismo se conocen desde antiguo y sabemos que son obra de El Mago que todos llevamos dentro. El mérito de las casualidades es que nos hacen pensar sobre el fluir de la vida, si les prestamos la debida atención. Nos señalan nuestro acaecer y  los temas que buscamos, de los cuales muchas veces queremos escaparnos y que nos asaltan cuando menos nos lo esperamos para llamarnos la atención, principalmente para que les dediquemos un poco de nuestro escaso tiempo buceando dentro del eco que producen en nuestro interior y podamos empezar una vez más nuestra transformación.

Al fin y al cabo la gran pregunta es si podemos ser los magos de nuestro camino y transformarlo. Quizás necesitemos hacer locuras o inspirarnos en ellas, en esa fuerza que nos atrapa, por ejemplo, cuando estamos enamorados. ¿Hasta dónde podemos extender esa fuerza? ¿Hasta cuándo podemos alimentarnos de ella? Los límites a veces son externos y otras, internos. Hay limitaciones que nos ayudan y otras que nos coartan. ¿Hasta qué punto nos condicionan nuestras creencias? ¿Nos limitan nuestra felicidad? ¿Acaso no hacemos en cada momento lo que estamos convencidos que es lo mejor? Pero insisto, ¿en qué medida tenemos el poder de ser los magos de nuestro camino? ¿Podemos en cualquier momento hacer que las alas de la libertad nos conduzcan más allá hacia el  bosque o hacia el  mar, lejos...? ¿Podemos sacarnos palomas de la chistera? ¿En todo caso serán palomas de la libertad.... o quizás cuervos? ¿Dónde está nuestra varita mágica? ¿La tenemos o somos esclavos de un destino? ¿Podemos transformar nuestras vidas? ¿En qué medida? ¿Y qué sucede cuando la limitación no nos viene impuesta desde fuera sino solamente desde dentro?


Para el esoterismo todos somos magos y por lo tanto tenemos la capacidad de transformar, actuar, tomar la iniciativa, impulsar, tomar una tarea y llegar a dominarla. La meta es nuestra propia autorrealización. El Mago siempre corre el riesgo de volverse un charlatán y megalómano, un gran embaucador, un mafioso, un gran mentiroso. O nos realizamos o nos embaucamos a nosotros mismos (y a los demás). No hay vuelta atrás.  Podemos preparar una cena maravillosa con cuatro patatas y un par de hierbas, quizás tengamos algunas sobras que darán el toque de color que nos faltaba a nuestras cuatro patatas. Hay muchas maneras de encontrar a nuestro Mago interior. Puede suceder desde algo tan cotidiano y simple como una comida. Podemos hacer un regalo a un buen amigo sin comprar nada. Podemos hacer cada día un camino diferente desde el trabajo de vuelta a casa. Podemos sentarnos a escribir. Podemos adoptar otros puntos de vista y jugar con ellos para explorar sus variantes y transformarlas en otras actitudes. Abrirnos y preparar algo maravilloso es obra de nuestro Mago interior. La creatividad no tiene fronteras. Creatividad y amor son dos cuestiones claves para que trascendamos nuestro destino. ¿Pero lo son siempre? ¿Cada uno de nosotros está sujeto a un destino? ¿Existe el destino o la fatalidad? ¿Y tú en qué crees, en el destino, en la fatalidad de lo escrito, en una cierta libertad o en la magia, en tu magia?

 

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