Los cuentos del destino 10

Suelen resultarme estimulantes y curiosas las coincidencias entre diferentes tradiciones. Puede que sean verdad o no, al fin y al cabo sólo se trata de creencias. Quizás... Lo cierto es que diferentes hombres en muy alejados lugares tanto espacial como temporalmente han imaginado prácticamente lo mismo. Filósofos y cuentistas unidos por la curiosidad se dan la mano desafiando siglos y tiempos para hablarnos de aquello que ocurría antes de nuestro nacimiento, cuando nuestra alma nos buscaba. 

El esoterismo señala, desde su óptica, al mismo punto. Tanto en “La República” de Platón como en el “Libro tibetano de los muertos” los datos sobre los acontecimientos previos a nuestro nacimiento contienen coincidencias interesantes. Ambos hacen referencia a dicho momento anterior a todo. Se puede observar una notable y sorprendente similitud. No pretendo discurrir sobre su veracidad, pero tampoco puedo probar lo contrario. Antes de nuestro nacimiento, parece que las almas, todas ellas, se encuentran en la gran inmensidad del tiempo de los tiempos. 

Allí llegamos de otras vidas y allí nos espera la memoria de lo que aún nos queda por realizar. Los griegos llegaron a precisar los pasos exactos que se cumplen y que detallaré a continuación. Es una idea tan interesante que quiero contártela, aunque no resulte nada sencillo porque los personajes se cruzan, intentaré ser lo más clara posible, ten paciencia. Los pasos a los que me refería son:

  1. el encuentro con  “Moira”
  2. el paso frente a “Lachesis”
  3. el momento en el que recibimos a nuestro “Daimon”
  4. la segunda oportunidad que nos será entregada por “Klotho”
  5. las exigencias de “Atropos”, el inflexible
  6. el paseo por la llanura de “Léthe”

Todo cuanto nos hará falta aprender tiene incluso un nombre para Platón, se llama “Moira” y es una parte de nuestro destino. Cada una de las almas se acopla a su “Moira” y así parece que elegimos nuestra vida. A continuación nos dirigimos a “Lachesis”. Ella nos dará el mayor de los regalos, nos presentará al guardián de nuestra vida, el que nos ayudará a completar nuestra anterior elección. “Lachesis” nos entregará el “Daimon”. 

¿Recuerdas? ¿Recuerdas los momentos de tu vida en los que milagrosamente te has salvado? ¿Recuerdas al menos uno de esos momentos? Sería éste el más grato ejemplo de la presencia de nuestro “Daimon”, nuestro guía. De su mano “Lachesis” nos empuja hacia la segunda personificación del destino. Ahora nos encontramos de frente a “Klotho” hemos elegido nuestra vida, tenemos la ayuda del  guardián de nuestra misión, ¿qué nos queda? ¿Quién es “Klotho”? Parece que nos conocen bien ya que saben que nos hará falta una segunda oportunidad. “Klotho” es quien con su aliento entra en lo más profundo para darnos aquel giro, la memoria previa de los grandes cambios que necesitaremos realizar para cumplir aquel nuestro cometido. Pero  si lo evadiéramos, “Atropos” también llamado “el inflexible” nos lo recordará. 

Es una vez más mi “Daimon” quien me conduce frente a “Atropos”, aquel que facilita que la red de “Moira” sea irreversible. Un destino y tres oportunidades, cada vez tres avisos para que no nos alejemos de nuestro camino. El último será  el de “Atropos”, nuestro “Daimon” se asegurará de que así sea con tal de que cumplamos ante “Moira”. A continuación nuestras almas pasarán por debajo del trono de “Necesidad” y justo antes de entrar en el espacio y el tiempo de la vida humana, visitarán la llanura de “Léthe”. Allí, en aquel lejano espacio lo olvidaremos todo. Quien nos lo recordará  será nuestro “Daimon”. 

Nuestras almas no recordarán nada de sus diálogos con “Moira” o “Klotho” o “Atropos”,  se desvanecerán las promesas como sueños  que apenas rememoramos al despertarnos y que la jornada difuminará para siempre hasta que en un segundo de presentimiento, tendremos la rara sensación de haberlo presenciado de alguna manera, incluso de haberlo vivido con anterioridad. Quien sí lo recordará todo será nuestro “Daimon”, nosotros nacemos como una especie de “tabula rasa”, nuevos y con el olvido que nos empujará a lo desconocido. Quizás la esperanza sea un eco extraviado de cuanto nos hará completos. ¿Sólo nos queda la esperanza, entonces?

Según otro mito de origen judío, precisamente el espacio que hay entre nuestra nariz y el labio superior, allí en esa pequeña hendidura se ha grabado para siempre la huella del dedo del ángel que allí se posara para sellar nuestros labios y garantizar el secreto del olvido, la misma omisión que señalara Platón.

Tantas coincidencias me sugieren un proceso imaginativo global. Es verdad que a muchas diferentes personas se les ocurren las mismas ideas en otros tantos diferentes lugares del mundo casi al mismo tiempo. 

Puede que creas en la reencarnación del alma o no, puede que incluso ni creas en el alma, pero sí estaremos de acuerdo en que el hombre ha imaginado siempre bellas historias. Cuando varias de ellas a  pesar de haber nacido en tradiciones opuestas o incluso alejadas temporalmente nos muestran ciertos puntos en común, me gusta imaginar que el ser humano es capaz de comunicarse con algo muy profundo más allá del tiempo y del espacio, ése que es relativo, universal. Cada vez que imaginamos entramos en contacto con todas esas voces antiguas, con todos los hombres. 

A los guardianes del mundo de los sueños nos gusta invitar a los héroes a visitar dicho lugar para que cada uno de nosotros pueda unirse atemporalmente a todos los que habitan dicho mundo y han imaginado bellísimas historias sobre los lugares donde habitan las criaturas del sol. No olvidemos aquí y ahora que la luna y el sol nos iluminan desde hace millones de años y que ambos son necesarios como  jefes supremos del día y de la noche en su eterna danza de la sucesión de las horas y los avatares humanos. 

Me gusta imaginar que nuestro “Daimon” es precisamente ese loco que de tanto en tanto nos visita para acercarnos a nosotros mismos cuando con torpeza, descuido y nerviosismo desatendemos las promesas que al principio de los tiempos hiciéramos con alegría despreocupada  a “Moira”.

Juan el labriego finalmente hacía lo que siempre había soñado y antes no se había atrevido a

 desear.  Todo había comenzado con la visita inesperada de aquel Loco ¿Cómo te sentirías en su lugar ahora, al final del cuento?

 

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