Relóticos: cuentos pequeños para gente grande V

Diabluras de San Valentín...

Soledad

A las 20:05 tenía el vuelo. Ya había acabado de hacer la maleta, todo estaba en perfecto orden. Él se fue. Llegó, me besó, me tomó por la cintura, puso su mano en mi vagina, me dio la vuelta y abrí las piernas para que me penetrara. Me acarició como si le perteneciera mi cuerpo que respondía furioso a cada estímulo. Y se fue. Yo me quedé frente a la pared blanca de mi cama con el recuerdo, masturbándome constantemente húmeda.

Tenía el vuelo dentro de 3 horas. Sólo me quedaban quince minutos para salir. Sólo era cuestión de ducharme y vestirme en cinco minutos, me maquillaría en el taxi. Me puse una falda de satin y una camiseta de tirantes de algodón que cubría casi la mitad de mis pechos. Cuando me di cuenta de que salía sin braguitas volví a excitarme.

Él notó algo. Al verlo sólo pensé en cómo me penetraría. Mientras avanzaba la cola del embarque  tenía tiempo para imaginar lo que deseaba y sentir cómo mis pezones se endurecían. Me giré y le pregunté la hora para mirar su bulto a través de los pantalones. Dejé caer algo. Nada elegante, lo sé, pero lo suficientemente explícito. Casi podía tocarle, así que tropecé un paso hacia atrás. Sus manos se posaron justo donde yo había calculado.

Facturé mis maletas y él lo hizo a continuación. Le esperé. Me siguió. Me alcanzó e intentó abrazarme, no se lo permití. Coloqué su mano al final de mi espalda y levanté el pompis mientras me acercaba a lamerle el cuello. Me separé. Me puse a caminar más aprisa para sobornar su deseo desde atrás. Esta vez no me adelantó. Abrí una puerta, otra puerta. Atravesé el espacio, era el lavabo de hombres. Abrí una puerta y le hice entrar. En tanto cerraba  iba deslizando mi boca sobre sus pantalones y desabrochaba el cinturón. Siguió mi ritmo. 

Tenía todo su miembro en mi boca. Estaba tan empapada que necesitaba su pene erecto lo antes posible. Lamía  y chupaba su verga lentamente, me entretenía en la punta. Tenía un pene perfecto para mí. Entonces me levanté, me desnudé y me di la vuelta. Llevé su mano a mi coño depilado y mojado. Puse su mano sobre mi clítoris mientras lo colocaba por detrás con fuerza. Cambié de postura varias veces. Volví a meterme su pene en mi boca, no podía parar de chuparla. Me senté sobre el váter y abrí mis piernas de par en par, quería ver su cara en mi vagina, su lengua entre esos labios. También estimulé mi clítoris mientras él introducía su lengua en mi coño y un par de dedos por detrás. Cuando estaba encima de él, con mis pechos en su boca escuché que anunciaban el embarque del vuelo. Tuve que acabar rápido. 

Él tenía el mismo vuelo que yo, business class además. Cada uno se limpió. Yo me vestí. Él también, claro. A  toda prisa, cada uno frente al espejo.  Yo no hice caso a la gente que entraba. Me parece que salí yo primero. Ya no volví a verlo. En el avión me quedé dormida. Creo que él estaba por detrás. 

No hay comentarios: