Los cuentos del destino 25

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El abuelo había sido un gran Mago que llevaba el bien allí donde residía el mal. Se casó con la abuela siendo él mayor y ella un adolescente de 16 años. Parece ser que él dedicaba más tiempo a la magia que a su mujer. Sin embargo nunca me fue suficientemente explicado el hecho de que ambos fueran los padres de trece féminas. 

El abuelo Mago quería derrotar una de las manifestaciones del mal. Era capaz de hacerlo, así que le fue encomendado dirigirse a tierras lejanas. Cómo él era un mago de la línea de la Esmeralda Verde, debía aliarse con otros dos, uno perteneciente a la línea de la Esmeralda Roja y otro que debía ser de la línea de los Diamantes. Pero esta saga, la de los Diamantes, no  estuvo de acuerdo con esta tarea ya que la consideraban demasiado peligrosa, aún cuando fuera encomendada a una tríada de magos. 

En los oráculos de la familia de los Diamantes  se señalaba el cuatro como número sagrado y no el tres como en las otras dos familias. La discusión era lógica, esto lo descubrimos de casualidad muchos años más tarde. ¡Era tan evidente que nadie lo vio! Las líneas de las Esmeraldas, tanto Verdes como Rojas, estaban formadas básicamente por mujeres; mientras que la de los Diamantes, por hombres. Es decir, en una había un mayor número de mujeres en las diferentes generaciones; mientras que en la otra, la mayoría era de hombres. No se pusieron de acuerdo y ello era imposible. 

El número tres es esencialmente femenino, mientras que el cuatro, masculino. Cada una de las líneas estaba defendiendo su integridad. El número sagrado debería haber sido muy diferente y en efecto lo es, pero por aquel entonces, a principios del siglo XX ninguno de los implicados se dio cuenta de ello. Simplemente porque no conocían a todos y cada uno de los integrantes de cada familia ni de cada línea (una línea son ocho  o diez generaciones completas de una misma familia, depende de cada caso). 

Todos los oráculos señalaban la tarea del abuelo. Él puso toda su fuerza en llevarla a cabo. Sus compañeros pertenecían finalmente uno, a las Esmeraldas rojas y el otro, a las Picas Negras. Así debía ser por la ausencia de los Diamantes, para equilibrar las fuerzas. Bien es sabido que una Pica Negra es una Diamante en bruto. Debían partir al desierto, muy lejos. 

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