XXIII y seguimos preguntando..

Si hacemos caso a nuestro aspecto en tantos aspectos fundamentales como el hambre, el frío, el calor, el deseo, el cansancio, la tristeza, la alegría, etc., es evidente que podemos utilizarlo en otros contextos. Parece que al cuerpo no le podemos “engañar” con argumentos mentales y de ahí que se hable de las enfermedades psicosomáticas, por ejemplo.

Hay más maneras de obtener respuestas a nuestras preguntas, una de ellas es el Tarot. Podemos extender el mazo de los Arcanos mayores y sacar una carta. La ventaja del Tarot es que aporta una respuesta con matización incluida. Más que una solución, nos empuja y pone nuestros motores en marcha para que la respuesta salga desde dentro de nosotros mismos claramente, desde aquel mar profundo que compartimos con el resto de los mortales. ¿Qué hay de lógica y de poesía en todo eso?

Rescatemos las palabras del Maestro del tarot Oswald Wirth:

“Las respuestas del tarot están lejos de ser claras, a veces son descorazonadoras e incluso se resisten a cualquier interpretación con un mínimo de sentidos. Estas precisamente son las que hay que descartar porque buenas respuestas se distinguen por su lógica y por la reducción de la ambigüedad inherente a los oráculos a su mínima expresión.

La imprecisión de los oráculos, que es proverbial, se opone en efecto, a las respuestas categóricas. La adivinación se hace completa en el terreno de las vagas indicaciones pero que son las justas y necesarias para que el beneficiario pueda sacar provecho descubriendo su propio sentido”

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