Los cuentos del destino 23

A la Emperatriz, mi hermana y yo la llamábamos el hada la-la-lá. Podíamos pasarnos un día entero sin tomarnos las cosas demasiado en serio, nos bastaba con decir “¡La-la-lá!” y simplemente nos reíamos y jugábamos sin sentido, porque sí. Esos días cantábamos más, jugábamos más, nos reíamos más, sin ton ni son. Una deliciosa confianza nos embriagaba. Aún hoy cuando a veces estamos atravesando un momento difícil o sin querer nos hemos vuelto demasiado rígidas o exigentes, cuando nos pasamos un día diciéndole a los demás lo que deben hacer u opinamos sesgadamente sobre los acontecimientos de la vida de los demás y nos damos cuenta de ello, nos llamamos. Al descolgar el teléfono basta que una de las dos pronuncie entonces aquel “¡la-la-lá!” para relajarnos un poco más y abordar el asunto complejo y embrollado que nos tiene ofuscadas desde otro punto de vista. ¡A veces, funciona! 

¿Qué pasaría si un día, o tal vez durante un par de horas, si te imaginaras en el trabajo o en el medio donde te sientes aprisionado acompañado del hada la-la-lá? ¿Es muy descabellado ni tan siquiera imaginarlo? ¿Lo has probado? ¿No funciona la fotocopiadora por enésima vez? ¡La-la-lá! ¿Las cosas no han salido como esperabas? ¡La-la-lá! ¿Alguien se ha puesto como objetivo hacerte la vida más difícil? ¡La-la-lá! ¿No hay salida? ¡La-la-lá!

No se trata de un tipo de actitud constante ni de dejar de  tomarse las cosas con seriedad y responsabilidad. Simplemente es un juego. Si invitas a la Emperatriz a tu espacio de meditación es posible que te sugiera alguna manera de divertirte un poco dentro de la gravedad del momento. Sólo será un ratito. ¿Por qué no lo pruebas?

La Emperatriz invita además a cuidar y cuidarse, nutrir y nutrirse. Ahora es tiempo de cuidarse más, de cortarse el pelo y  ponernos guapos. La Emperatriz respira primavera y querrá tener flores en casa, buscará el sol y la diversión por ella misma. También  se hará sentir para que prepares alguna comida para amigos o familiares. Quizás la cocina no sea tu fuerte aunque no haya quien resista los bocadillos que haces. 

La Emperatriz necesita cuidar de los demás y de sí misma. Lleva algo para desayunar al trabajo que puedas compartir con algunos compañeros. “¿Por qué no lo pruebas?”- te diría La Emperatriz entre traviesa y divertida. La Emperatriz te pedirá que te pongas cremas después de la ducha o del baño, que cuides tus manos, tu piel. Si puedes darte un baño, mejor que mejor y si lo haces con música y pones unos inciensos... Todo para que puedas decir con ella: -¡Mmmm... qué delicia! 

No se trata de que te comas tus postres preferidos, ni que te compres todo cuanto necesitas o crees necesitar, se trata de algo mucho más básico. Se trata de sentirse bien con el cuerpo, de disfrutar con las cosas y los momentos que ya tenemos y de hacer de manera tal que podamos compartir un momento delicioso con los demás.

No hay comentarios: