El gran atlas de las hadas I

Las hadas de América

En el continente americano  viven los niños y niñas hada porque es donde hay más espacio para los sueños. ¿Y qué tiene que ver esto? Es que a los niños y niñas hada tienen sueños muy extensos y necesitan mucho espacio.

A los niños hada les encanta viajar y jugar, siempre están de aquí para allí corriendo, saltando. Por la mañana pueden estar jugando al escondite en Alaska, duermen la siesta en el Caribe porque les gusta dormir con aquel calorcito con sabor a azúcar, luego vuelven a jugar dando saltitos por toda la cordillera de los Andes y desde allí se deslizan por un tobogán de nubes hasta el mar para seguir jugando con los delfines.  

Para que estos niños crezcan fuertes y sanos tienen que hacerlo en lugares con espacio, mucho espacio; con árboles, muchos árboles, bosques y  una gran selva. Es allí donde los niños hada son más felices.

Los niños hada nunca están solos: desde la flor más pequeñita hasta la estrella más brillante los cuidan y juegan con ellos siempre. Por la mañana cientos de mariposas  de vivos colores los despiertan para contarles grandes aventuras y por la noche, los caballitos y las estrellas de mar los arrullan. Cuando un hermanito nace, las abuelas hada los recogen y se van a visitar a su mamá y a su nuevo hermanito.  

Los niños hada comen de todo, especialmente trocitos de nube del trópico, espuma de las olas del Océano Pacífico, brisas del Océano Atlántico y lo que más les gusta es la miel del rocío tropical al mediodía y del ancho sur por la noche.

Uno de sus juegos preferidos es esconder cosas. Eso es lo que sucede cuando no encontramos algo que habíamos dejado en un lugar y ya no está. Podemos estar seguros que hay niños hada muy cerca riéndose a carcajadas, no hay cosa que les divierta tanto como despistar a los humanos. 

Otra manera de despistarnos es cuando creemos que el tiempo no pasa y una espera se nos hace larga, larguísima. Eso se debe a que un niño o niña hada está haciendo que el tiempo no pase. Cuanto más nos impacientamos, más les divierte. Y si preguntamos más de diez veces, por ejemplo, «¿cuándo llegamos?» O «¿falta mucho?», los niños hada se ríen tanto que las nieves en lo más alto de las montañas se caen porque no puede contenerse de la risa y se tropiezan consigo mismas. Es importante que sepamos que de los trocitos de  risa de los niños hada nacen las estrellas.

Secreto del viento

Los niños hada duermen mejor si hay un gato cerca que ronronea. Y todos sabemos que un gatito ronronea cuando le hacemos mimos.

Secreto del mar

Para jugar con un niño o niña hada hay que desearlo mucho, soñar con los ojos abiertos, mirar las estrellas mucho rato y cantar a todas horas. Entonces les caemos simpáticos y les dan ganas de jugar con nosotros. 

No hay comentarios: