Coaching Mágico II

Y no ha desaparecido, no. Sigue entre nosotros la mirada mágica. Lamentablemente cargada de oscuras supersticiones y poco conocimiento en más de una ocasión. La mirada mágica se alumbra con inocencia.  Está en el asombro ante las estrellas, como las  que caen en la noche de San Lorenzo. Ese asombro, esa capacidad de sorpresa y mezcla de respeto frente a lo que no conocemos se ha articulado en un diálogo rico a lo largo de los siglos. La ciencia se ocupa de lo que podemos entender. Las ciencias ocultas, de aquello que no podemos entender. Lo oculto se muestra en forma de tradiciones, cuentos y rituales desde hace tanto tiempo como el hombre existe sobre la tierra. ¿Por qué ignorarlo? Hoy en día tenemos suficientes elementos como para tomarlos en cuenta.

 Día y noche, sol y luna, luz y oscuridad hacen parte natural del devenir humano tanto como la ciencia y lo no científico, lo racional y lo irracional, lo que comprendemos con la razón y lo que comprendemos con la intuición.

El Misterio hace parte de nuestras vidas, encontrar sus componentes físicos o químicos tal vez le quitaría parte de su brillo estelar, ¿no crees? A nuestra condición humana nos pertenece el  que haya muchas preguntas a las que no tenemos respuesta. Casualidades, oportunidades caídas del cielo, desgracias imprevistas… hay una fuerza que parece ser mayor que nosotros. Llevamos siglos escuchándola, quizás tenga algo que aportarnos. La voz que acaricia el misterio nos acompaña y es más antigua que la ciencia, cuando el feto se desarrolla nacen primero los riñones que la conciencia (que luego viene a acompañarnos por el resto de nuestras vidas). Primero somos y después lo sabemos, eso parece. Dejemos que la magia se ocupe de nuestra alma y nuestro espíritu y que la ciencia se ocupe de lo suyo. Permitamos que las palabras mágicas nos lleven allí donde nada sabemos. Cerremos los ojos y escuchemos el mundo de donde había una vez…

A lo largo de la historia humana parece que tenemos una predisposición natural para asumir los cuentos y de allí la gran necesidad de contárnoslos. Los cuentos están repletos de símbolos y elementos mágicos, de analogías y metáforas que nos permiten llegar a las profundidades de nuestro ser y de la vida. Son la estructura receptiva por antonomasia y recrean un clima emocional favorable. Permiten que cada uno encuentre una pócima, una medicina mágica adaptada al momento que está viviendo, abrazan nuestras emociones, nuestra alma y nuestro espíritu. Cierra los ojos y escucha aquellas primeras palabras que te transportan a otros mundos fuera de ti donde, paradójicamente, tú también existes y te encuentras:

 Había una vez en la capital de un lejano reino…

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