Tropezar con la misma piedra otra vez

Hay un ingrediente del acontecer humano que suele pasar desapercibido a la cultura de lo racional. Es un ingrediente poderoso, aunque no sea el único y se puede dar por descontado. Hay una parte de la fortuna personal que se nos escapa y permanece en el misterio del universo. Hay una parte de la vida que pertenece a la diosa Fortuna y más allá a la vida, a la música de la vida, a la naturaleza, al universo y al misterio. La rueda de la vida gira y gira. Y para cada persona lo hace a un ritmo distinto y sobre terrenos diferentes. Es inútil compararse unos con otros, tan inservible como comparar dos hierbas del campo o una hierba de la profundidad de los mares y otra de una cueva en una montaña. Cada una crecerá de forma diferente. Somos orgánicos, no partes de una línea de producción donde después de cortar la pieza le sigue el pulido y luego la preparación para el ensamblaje final. No podemos ver con nuestros ojos ni quién sostiene la rueda de la vida ni quien le hace dar vueltas. Ahí reside el misterio de la vida. Mirar el cielo por la noche y contemplar las estrellas puede acercarnos a esa sensación de que hay algo mucho mayor, incontenible, grandioso, eterno, infinito y poderoso que nosotros. Lo mínimo que podemos hacer es respetarlo. La misma sensación la vive quien escala a lo alto de una montaña o quien se adentra en el mar. El gran mar puede tanto provocarnos cierta sensación de miedo como de maravilla. También sienten algo similar quienes tienen la oportunidad de observar el cuerpo humano por dentro. Son reflejos del misterio de la vida inabarcable, profundo.

Hay muchas maneras de relacionarse con el misterio de la vida. La fe ocupa el primer puesto de la lista de los TOP 10. La fe es inmanente e inatrapable. Hay gente que la tiene y gente que no. Parece un don como cantar como los ángeles. Hay gente que se dedica a la contemplación. Hay gente que estudia las ciencias de lo oculto, de los desconocido en un intento por desvelarlo. Pero el misterio de la vida va más allá.

Mientras parece que nos agarramos a la rueda de la vida como una hojita en la tormenta, enganchados a la rueda que no puede hacer más que girar, arriba y abajo sin que la gran mayoría de las veces sepamos realmente ni cómo ni por qué. ¿Es un atentado contra la razón? ¿Bastaría con ser conscientes de todo y analizarlo todo para ganarle el pulso? ¿Acaso la fortuna se basa en cuestiones emocionales, que no tienen nada de natural y que no está en nuestras manos? ¿O todo lo contrario? Ah... ese misterio... hay quien nos contestará que tomando conciencia de cada momento, ya lo tendremos todo en nuestras manos. Hay quien nos instará a que nos esforcemos más, que seamos más positivos, más voluntariosos, más racionales o que expresemos más nuestras emociones. Bueno, pedirse más nunca está de más. Ser cada día mejores es el mejor de los intentos. ¿Pero eso nos da la certeza de no tropezar con la misma piedra una y otra vez? Aún queda mucho por considerar...

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