La diosa Fortuna y sus amigas

La diosa Fortuna sirve de inspiración para un asteroide, una marca de cigarrillos en España, una motocileta en Alemania, tres clubes de fútbol- uno en Dusseldorf, otro en Colonia y el tercero en Nueva Zelanda-, una estación de metro en Ciudad de México, dos yates del Rey Juan Carlos de España y tres localidades- en la provincia española de Murcia, en la provincia de San Luis de Argentina y en el estado brasileño de Maranhão. Todos se llaman Fortuna y esperan un destino que se desarrolle bajo los auspicios de esta singular diosa.

En la antigua Grecia era conocida como Tiqué, hija de Océano y Tetis, era una de las hermanas Oceánidas, sobre las que contaré más cosas más adelante.

Tiqué utilizaba una pelota con la que jugaba. dependiendo de dónde y cómo cayera la pelota, pues se veían los humanos más afortunados o menos. A veces la pelota subía alto, muy alto o medianamente alto para caer como un torpedo; otras, caía por accidente, podía perderse gracias a un día de viento. Tiqué podía lanzarla lejos o cerca y no solamente dependía de sus divinos poderes, sino del viento o la humedad, el calor o el frío, el que la pelota cayera peor o se alzara mejor. Está científicamente probado que Tiké no jugaba en la NBA. Y ahora tampoco.

La diosa Fortuna hereda de la griega Tiqué todos sus atributos y características. Y esta idea implica un gran descanso mental. Exacto. Frente a las ideas de hoy en día que reflejan una mayor seguridad en el hecho de que cada uno se fabrica su suerte con éxito, encomendarse al azar nos libera de parte de la carga. Por aquel entonces de la Antigua Grecia y del Imperio Romano, la persona de éxito no podía olvidar que en cualquier momento un revés podía cambiarlo todo, lo cual implicaba una mayor conciencia de lo temporal de cada momento para valorarlo mejor. Si como los griegos fuéramos más conscientes de la fragilidad de la estabilidad, quizás aceptaríamos mejor los cambios en la vida. La idea de lo temporal existe en todas las religiones que conozco. En el budismo Zen se aconseja vivir como si cada instante fuera el último. Lo mismo es válido en el budismo tibetano. En todo el budismo el karma tiene un peso específico importante que incrementa el valor de todas nuestras acciones pues impulsa a que nos mantengamos constantemente alertas ya que cada uno de nuestros movimientos implica consecuencias. El karma es como tirar una piedrecita en un lago de aguas tranquilas, sus ondas nos afectan de manera irreversible tanto en esta como en otras vidas. En el cristianismo reconocemos a un Jesús crucificado y en él, el dolor de la existencia y la constante presencia de la muerte, una metáfora de todo tipo de cambio. Aquí cada cambio se enfrenta desde la responsabilidad que asumimos con el libre albedrío, elegimos por dónde vamos, pero podemos ser perdonados y redimidos. En el hinduismo se hace hincapié en nuestra conexión mental al punto que podemos atraer una suerte u otra, además de contar con el efecto del karma. En las creencias míticas de las religiones afrobrasileñas y afrocubanas casi todo está en manos de los dioses y de los espíritus que nos habitan.

Un famoso o millonario de la Antigua Grecia estaba más preparado para los fracasos que su homónimo en la actualidad. ¿Bill Gates sería más feliz en la Grecia antigua que ahora? La respuesta está reservada a cada uno de nosotros. Así mismo, la persona desafortunada sentía con más fuerza la esperanza de que sus desgracias dieran pie a algo muy diferente una vez que la diosa se apiadara. En la Grecia antigua los famosos de la "telerealidad" quizás serían menos. ¿Será Belén Esteban ejemplo del hacer de la diosa Fortuna griega y sin quererlo despierta en nosotros algo muy antiguo en nuestro inconsciente que nos lleva a imaginar, sin darnos mucha cuenta, de que todos podemos pasar de la desgracia a la galaxia de los famosos en un tris y tener cuanto necesitamos?

Hoy todo se centra en la voluntad y en la fuerza de nuestros deseos, en la positividad a ultranza o en un nuestra capacidad de aprendizaje, con lo cual sea como sea los fracasos y los aciertos se hacen más personales y debemos hacernos cargo de ellos. Desde el siglo XVI, desde el Renacimiento, al menos en occidente somos más responsables de cuanto nos sucede. Entonces fue cuando el hombre se impuso como medida del universo. Yo hago, yo decido, yo pienso y existo, yo construyo mi destino... éstas son ideas que están con nosotros solamente desde hace unos cuatrocientos años.

La diosa Tiké no estaba sola. La acompañaba Némesis. Esta diosa tenía un alto sentido de la justicia humana y se enfurecía cuando alguien obraba de mala fe o sin la compasión debida y ante aquellos que tenían suerte sin merecérsela. En sus motivaciones para su ira cabían tanto los crímenes impunes como los regalos no merecidos y mal agradecidos. Su mejor amiga y quien la acompañaba en muchas ocasiones, aunque no siempre, era Aidos, la diosa de la vergüenza. Como es de suponer la propia Némesis había sufrido una gran desgracia y el responsable se vio libre de las consecuencias. Su personificación moderna es Catwoman o Gatúbela sin lugar a dudas. Ambas han de volverse recelosas si quieren perseguir a los malhechores, sean grandes o pequeños, a aquellos que perjudican a otros o que se toman la justicia en sus manos olvidando que es una cuestión divina y no humana. La felicidad y la infelicidad son terrenos en los que Némesis reina, verificando y controlando los excesos de Fortuna. Es pariente muy cercana de Dike, la justicia, y las Erinias, las furias, quienes se encargaban de antes o después cazar a quienes se escapaban de Némesis con la precisión de un reloj suizo vengador.

La diosa fortuna no ha dejado de caminar por nuestros sueños, hay más sobre ella, muchos secretos aún por desvelar. Esa era la tarea de las Sibilas Vestales que eran las únicas que podían escuchar los susurros de los dioses. Pero aún hay más...


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