Los cuentos del destino 29


La idea se le ocurrió a una pequeña estrellita que solía lucir justo encima del campanario de la iglesia mayor de aquel reino, no por nada había observado desde tan alta perspectiva hasta cada amanecer, entusiasmada. ¡Un acertijo! ¡Un acertijo! Las demás estrellas, la luna, el sol, los planetas, asteroides y cometas aceptaron entusiasmados. Y las nubes también. Como los ángeles estaban un poco cansados después del trajín de la jornada anterior, fueron las gotas de lluvia las encargadas de hacer llegar las palabras de aquel acertijo a todos los reinos:

 

Cruza las piernas y los brazos

Busca la sabiduría de la belleza

Jefe entre los poderosos

El carnero sensato con el rubí

Es el Padre, buen rey del uno y de los cuatro senderos

 

La lluvia fue generosa. Todos en el cielo y en la tierra recibieron la buena noticia.

Curiosamente, inmediatamente después, en aquel reino todo creció aún más: hubo más plantas, más edificios, más campanas, más flores, más bebés, más cuadros, más y más, más selva y más risas. También, más problemas. Todo se sumó y se multiplicó.

El Cielo se dedicó a esperar paciente a quien resolviera el acertijo. Pasó el tiempo que se fue llenando de actividad. Por el camino muchos abandonaron: las pruebas eran arduas y algunos se cansaron incluso antes de empezar. Otros, a medio camino. Muchos se dedicaron a pensar tanto que no podían hallar la respuesta correcta entre las tantísimas que se les ocurrían. Ciertos se enfadaron por no ser capaces de resolver el acertijo y le culparon de sus fallos, de sus desgracias, aunque luego decidieran firmemente que aquello no debía ser así, pero ni tan siquiera ellos dieron con la respuesta adecuada. Otros se dedicaron a criticar duramente aquel acertijo no logrando respuesta ni tampoco preguntas. 

Dicen que algún rey llegó a esclavizar a sus súbditos para que encontraran la respuesta perfecta y muchos se vieron más presos que antes. Otros lograron que sus reinos se volvieran oscuros y amargos de pura decepción. Algunos se dedicaron a las alquimias más exquisitas sopesando, analizando y cuantificando cada una de las palabras del acertijo; parece que aún continúan enredados en sus conclusiones si bien aquel reino ya está en orden y cada cosa ocupa su lugar con plena y satisfactoria felicidad. Nadie lograba acertar el acertijo.

Imagen: carta IV, El Emperador, Tarot WilliamLi

No hay comentarios: