Los cuentos del destino 28


Las estrellas que les observaban decidieron que había que hacer algo y convocaron una reunión con la Luna y el Sol. Era evidente que allí hacía falta un poco de orden. También acudieron otros planetas, asteroides y cometas. Estaban preocupados, con razón, porque pronto las confusiones llegarían a liar al día con la noche dado que cuanto ocurre en la tierra también afecta al cielo. Evidentemente eso era un desastre que había que evitar. ¡Incluso las nubes estuvieron de acuerdo!


¿Pero quién pondría en orden aquel reino manteniendo su alegría y su espontaneidad? La tarea no era nada fácil. La Corte Celestial envió emisarios por doquier. Aquellos días los ángeles y los querubines tuvieron mucho trabajo entregando mensajes. El aire se llenó de una delicado frufrú de alas y las campanas sonaron más y mejor que nunca.

En muy poco tiempo, algo así como una semana, los pasillos del cielo se llenaron de pretendientes al reino. Se presentaron casi todos los príncipes, reyes, emperadores, reinas, emperatrices, guerreros y guerreras de los cuentos. También enviaron emisarios muchos dioses de oriente y occidente. Los jefes de los hombres más poderosos acudieron con sus deseos de poder. La cola que se formó era casi infinita. Los habitantes del cielo volvieron a reunirse. ¿Cómo podrían elegir entre tantos y tantos y tantos y ...? 


Imagen: carta IV, El Emperador, Tarot Gaudenzi 

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