POCOYO

Os presento a un delicioso amigo mío. No será la primera vez que lo veáis:-)

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Los cuentos del destino 26

La abuela  y las niñas se quedaron solas en la vieja casona familiar y no volvieron a saber del abuelo hasta quince años más tarde a través de una carta. El Mago de un pequeño pueblo en la selva amazónica escribió para referirle la muerte de nuestro abuelo. 

Nunca había llegado al desierto puesto que el representante de las Picas Negras había engañado a sus compañeros. El abuelo no se atrevió a volver para no deshonrar la tarea y se retiró a un pueblo perdido en la selva. Él que era un Gran Mago se puso al servicio del Mago del poblado y hasta el momento de su muerte no le desveló su gran secreto. Hizo el bien y fue amado por cada uno de los habitantes de aquella pequeña población y por los de la toda la región que guardaron siete días de luto y su nombre en su memoria.

Las líneas Esmeralda Verde y Picas Negras se separaron completamente y nunca volvieron a mencionarse la una en la casa de la otra. No hasta que se descubrió que el futuro esposo de mi madre (mi padre) estaba emparentado con las Picas Negras.

Por suerte la historia del Emperador era bien distinta.

Los cuentos del destino 25

4

El abuelo había sido un gran Mago que llevaba el bien allí donde residía el mal. Se casó con la abuela siendo él mayor y ella un adolescente de 16 años. Parece ser que él dedicaba más tiempo a la magia que a su mujer. Sin embargo nunca me fue suficientemente explicado el hecho de que ambos fueran los padres de trece féminas. 

El abuelo Mago quería derrotar una de las manifestaciones del mal. Era capaz de hacerlo, así que le fue encomendado dirigirse a tierras lejanas. Cómo él era un mago de la línea de la Esmeralda Verde, debía aliarse con otros dos, uno perteneciente a la línea de la Esmeralda Roja y otro que debía ser de la línea de los Diamantes. Pero esta saga, la de los Diamantes, no  estuvo de acuerdo con esta tarea ya que la consideraban demasiado peligrosa, aún cuando fuera encomendada a una tríada de magos. 

En los oráculos de la familia de los Diamantes  se señalaba el cuatro como número sagrado y no el tres como en las otras dos familias. La discusión era lógica, esto lo descubrimos de casualidad muchos años más tarde. ¡Era tan evidente que nadie lo vio! Las líneas de las Esmeraldas, tanto Verdes como Rojas, estaban formadas básicamente por mujeres; mientras que la de los Diamantes, por hombres. Es decir, en una había un mayor número de mujeres en las diferentes generaciones; mientras que en la otra, la mayoría era de hombres. No se pusieron de acuerdo y ello era imposible. 

El número tres es esencialmente femenino, mientras que el cuatro, masculino. Cada una de las líneas estaba defendiendo su integridad. El número sagrado debería haber sido muy diferente y en efecto lo es, pero por aquel entonces, a principios del siglo XX ninguno de los implicados se dio cuenta de ello. Simplemente porque no conocían a todos y cada uno de los integrantes de cada familia ni de cada línea (una línea son ocho  o diez generaciones completas de una misma familia, depende de cada caso). 

Todos los oráculos señalaban la tarea del abuelo. Él puso toda su fuerza en llevarla a cabo. Sus compañeros pertenecían finalmente uno, a las Esmeraldas rojas y el otro, a las Picas Negras. Así debía ser por la ausencia de los Diamantes, para equilibrar las fuerzas. Bien es sabido que una Pica Negra es una Diamante en bruto. Debían partir al desierto, muy lejos. 

Shostakovich: Sinfonía nº 10 Allegro

Un mismo director, el asombroso Gustavo Dudamel. Dos versiones, dos orquestas, dos emociones completamente diferentes. ¿Cuál te gusta más?

Versión 1


Versión 2

The Beatles: Lucy in the sky with diamonds

Y mi preferida:



El título, como muchos creen, no nació junto con la canción después de unas pastillitas de LSD. Jude, el primer hijo de Lennon, cuando era peque hizo un dibujo y le dijo a su papá que era Lucy en el cielo con diamantes. Papá hizo una canción. Y los amigos de papá la interpretaron junto a él.

Across the Universe

Un cameillo de Bono y otro de Eddie Izzard en la fantástica película Across the universe. Responsable de esta maravilla es Julie Taymor que es de las pocas que hace lo que le da la gana y siempre aporta algo importante. Está preparando una nueva versión de La tempestad (ella viene del teatro) ha hecho Frida en 2002; Titus, perfecta versión, en 1999 y antes Edipo Rey y Fool's Fire.







Leones en la cocina 4

No, evidentemente no estaba. A Antonio Landero no  le gustaban las sorpresas y menos aún por las mañanas. A Rosa sí y quizás al cabo de los años él se había acostumbrado un poco, quizás ahora le molestara un poco menos lo imprevisto, pero un poco menos no equivalía al cien por ciento. Ya tenía suficientes sorpresas en su trabajo, demasiadas cosas inoportunas, demasiadas. 

Aunque la mayoría eran siempre lógicas, porque el azar y la mente humana siempre sabían a lógica, pero de lógicas había muchas, como sazones y sabores. Simplemente bastaba entender cuál era la que estaba operando en cada momento para situarse en la coordenada adecuada y todo cobraba significado, hasta lo inexplicable. Esto era lo que le gustaba de su trabajo: encontrar el orden en el caos, como le decía Rosa. ¿Y dónde estaría ella? Café.

Landero alcanzó el territorio de la cocina como un sonámbulo. Había llegado tarde la noche anterior, no había dormido más que unas tres horas «tres horas, joder». Hacía treinta y cuatro noches que llegaba siempre muy tarde por culpa del caso del refresco, como lo llamaban. No se trataba de un caso complicado, lo que pasaba era que simple y llanamente no podía ver su lógica. Estaba seguro que la encontraría allí, delante de sus ojos. Sabía que  le estaba esperando coqueta una lógica esquiva y esto era lo que le ponía más nervioso. Le alteraba saber que lo tenía delante de su nariz y que no podía atraparla. Rosa era perfectamente consciente de lo que le pasaba, no era la primera vez y sin embargo llevaba más de un mes protestando por sus llegadas tardías. Era evidente que necesitaban vacaciones los dos. 

En realidad todo era culpa del cambio de cuadrante por los nuevos, eso era lo que pasaba. Tanto había prometido el gobierno aumentar la presencia policial, que al final lo hicieron y, claro, habían cambiado los horarios. El resultado de la burocracia era que él se había quedado sin sus vacaciones en agosto «y eso a ciertas edades jode mucho»

Además le habían avisado en el  último momento. Ya tenían los billetes, las reservas... todo: el viaje prometido durante tantos años y que a ella le hacía tanta ilusión. ¿Pero qué podía hacer él? «Eso, eso: si yo no puedo hacer nada» ¡Si no era más que una pieza de un gigantesco rompecabezas! La vida de un policía en la vida real nada tenía que ver con la de los que se veían en la televisión y que tanto le gustaban a Rosa. Ella no había estado muy comprensiva últimamente. «Se le pasará».

lágrimas

las lágrimas que caen y no vuelven

aunque se van porque duelen

buscan la felicidad cerca o lejos

total nadie las echa de menos

se marchan juntas en silencio

hasta los ríos y los mares

todas  son únicas y  dispares

pero no comparan sus pesos

las de Irak, de París o Buenos Aires

con sabor a sangre, llanura o desierto

se abrazan y reconocen

en un mismo pecado primigenio

se escapan y se esconden pocas

en las semillas de las sandías

o en las de las fresas

en las comisuras de las bocas

cuando se besan de pasión locas

otras y algunas buscan el  rocío

o descansan hasta que cierre mal el grifo

ya ves, nos rodean o nos abrazan

nos inundan o amenazan

así que no hay motivo

para que te escondas  

porque atenazan

son lágrimas

como las de Cristo

son lágrimas

Dios mío.

 

Cachitos de la creación en COBALTO

Bajo el sino del virus de MALVERSANDO...

La Compañía Nacional de Danza de España prepara la última coreografía de Nacho Duato, Cobalto. El estreno será el próximo 20 de marzo de 2009 en el Teatro de la Zarzuela de Madrid. Han creado un videoblog  con el que abren una ventana por la que asomarse al mundo de la creación coreográfica y de la creación en sí misma, ofreciendo imágenes que corresponden al montaje de la pieza en el estudio de danza, así como pequeñas entrevistas con los distintos protagonistas.

Lo primero que me sorprende es que el estreno es dentro de un mes y aún están ensayando y creando sobre el escenario. Luego me pregunto por qué me sorprende si en realidad en tantos otros campos de creación es lo mismo. nunca se acaba un libro o una pieza teatral o una pintura... la fecha de estreno o la de envío de un manuscrito o de publicación o de estreno es lo que les sirve a los demás para verlo. El cartelito de "ya está" viene por circunstancias externas. Necesitas que se vea lo que has hecho, venderlo, cobrar o regalarlo.

Aquí lo interesante es poder ser testigos de estos testimonios de un proceso creativo, al menos partes de él. El proceso creativo es algo muy íntimo, más que una masturbación, para que nos entendamos. Por eso en sus primeras etapas es tan solitario y cualquier intrusión es vivida como una violación. No se puede enseñar lo que se escribe hasta considerarlo mínimamente acabado. Hay partes de este proceso que se escapan al entendimiento de quien está envuelto por tal danza invisible. Y más aún a los ojos de quienes están fuera.Y más aún de los que se dedican solamente a la crítica y no se atreven a arrancarse las entrañas o a pagar el precio que la creación siempre requiere puntualmente.




Hay muchos más vídeos. Todos cortos y sinceros. Todos en http://www.youtube.com/user/videoblogCOBALTO ¡Que los disfrutéis!

Por vos muero

Garcilaso en manos de de Companhia do Bailado de Portugal.
El siglo de oro español que tanto nos ha dado a lo largo y ancho de tantas generaciones. Interpretado y reinterpretado. Así opera la creatividad en su vuelo por el espacio y el tiempo. No hay más límites que los que la mente se imponga. Luego vendrán los cuervos con sus negros no adecuado.




Soneto V

Escrito está en mi alma vuestro gesto

y cuanto yo escribir de vos deseo

vos sola lo escribisteis; yo lo leo

tan solo, que aun de vos me guardo en esto.

En esto estoy y estaré siempre puesto,

que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,

de tanto bien lo que no entiendo creo,

tomando ya la fe por presupuesto.

Yo no nací sino para quereros;

mi alma os ha cortado a su medida;

por hábito del alma misma os quiero.

Cuanto tengo confieso yo deberos;

por vos nací, por vos tengo la vida,

por vos he de morir y por vos muero.

XXIII y seguimos preguntando..

Si hacemos caso a nuestro aspecto en tantos aspectos fundamentales como el hambre, el frío, el calor, el deseo, el cansancio, la tristeza, la alegría, etc., es evidente que podemos utilizarlo en otros contextos. Parece que al cuerpo no le podemos “engañar” con argumentos mentales y de ahí que se hable de las enfermedades psicosomáticas, por ejemplo.

Hay más maneras de obtener respuestas a nuestras preguntas, una de ellas es el Tarot. Podemos extender el mazo de los Arcanos mayores y sacar una carta. La ventaja del Tarot es que aporta una respuesta con matización incluida. Más que una solución, nos empuja y pone nuestros motores en marcha para que la respuesta salga desde dentro de nosotros mismos claramente, desde aquel mar profundo que compartimos con el resto de los mortales. ¿Qué hay de lógica y de poesía en todo eso?

Rescatemos las palabras del Maestro del tarot Oswald Wirth:

“Las respuestas del tarot están lejos de ser claras, a veces son descorazonadoras e incluso se resisten a cualquier interpretación con un mínimo de sentidos. Estas precisamente son las que hay que descartar porque buenas respuestas se distinguen por su lógica y por la reducción de la ambigüedad inherente a los oráculos a su mínima expresión.

La imprecisión de los oráculos, que es proverbial, se opone en efecto, a las respuestas categóricas. La adivinación se hace completa en el terreno de las vagas indicaciones pero que son las justas y necesarias para que el beneficiario pueda sacar provecho descubriendo su propio sentido”

Leones en la cocina 3

Desde que abriera los ojos  hasta darse cuenta, ¿cuánto tiempo le quedaría aún? Tenía que recordar la llamada para saberlo:

-Landero- una voz de mujer que no era la de Rosa, pero Rosa no le iba a llamar por teléfono; tampoco estaba en la cama

-Mmmm- fue lo único que pudo decir mientras buscaba con la vista.

-Landero que estás dormido- era Dolores, la secretaria del jefe.

-Ya lo sé- seguía mirando a su alrededor y buscaba a Rosa.

-Te paso al jefe, y mientras aclárate la voz, venga- la voz sonaba con cierta sorna.

Pasaron unos minutos que se le hicieron eternos. ¿Dónde estaba Rosa?

-Landero- ese, ese era el jefe y la voz sonaba a voz de jefe por la mañana, una voz de tengo que decirte algo importante imbécil.

-Sí, señor- pero la suya también era una voz de imbécil, la voz de qué me vas a contar a estas horas tú a mí cacho cabrón que me estás despertando y aún no me he tomado el café.

-Que ha surgido una urgencia, ya sé que ayer acabaste tarde, pero es una urgencia.

Nos vemos en la playa de los molinos, es muy urgente. La voz cambió de tono, parecía cortante.

-De acuerdo- él también podía parecer cortante aunque sólo fuera un subinspector desde hacía años.

-Cuarenta y cinco minutos, no más.

-De acuerdo, sí, señor.

Se cayó el papel pero Landero no lo notó en aquel primer instante. Fue unos minutos más tarde, cuando apoyó el auricular y el pie, ambos al unísono, y él no sintió el suave cosquilleo de la alfombra. Había un trozo de papel en suelo, una especie de lija bajo la planta de su pie y no aquella suave lana. Levantó el pie mecánicamente e intentó deshacerse de aquella cosa pegajosa y molesta como una mosca. ¿Estaba soñando? No, no, estaba despierto. ¿Rosa? Se habría levantado antes. Landero se sentó en la cama apoyando los pies en el suelo. Sentía el frío del mármol «le habrá dado por lavarla o cambiarla». Si Rosa lavaba una alfombrilla ponía otra, por eso tenían tantos juegos de alfombrillas, una manía que a él no le molestaba lo más mínimo y a la cual se había acostumbrado a lo largo de los años. Miró la pantalla del despertador para cerciorarse de que era jueves. Jueves. Rosa tiene clase los jueves por la mañana. Eran las 6:30 «¿tan temprano?» Aguzó el oído, silencio. Aguzó la memoria, nada. No me dijo que hoy tenía algo «estoy cansado y aún no he comenzado el día, como quien dice, vamos bien, bien, bien». Mejor levantarse y un café «un café, sí, un café». Las pantuflas tampoco estaban en su sitio. Rosa... Landero al levantarse sintió un pequeño dolor en la espalda, nada importante. Le esperaban, más le valdría darse prisa. Algo le desconcertaba en el aire.

- ¡Rosa!- gritó

Libertad y creatividad

Hace muchos años, allá por los lejanos ochenta, alguien me dijo:
- Oye que hay un director de cine que hace unas pelis tremendas con monjas que escriben literatura erótica, ponen a parir a la sociedad, locas perdidas. Y de otra que mata a su marido con una pata de jamón y son tan pobres que tienen un lagarto que se llama dinero y siempre lo están buscando y resulta que el hijo... y un dentista... 

Todo aquello olía a aire, aire para la cabeza, aire para los pulmones, aire al fin, aire. Y la sorpresa fue mayor cuando me dijeron que era español. Recuerdo la expresión de mi chico de aquellos entonces mientras me confirmaba: "-y este tío es parte de la movida madrileña, ¡no veas!"

En los cines sus películas no duraban más de una semana. Pero alguien tenía una cinta de video que no era de muy buena calidad pero que le había dejado  alguien que conocía a no sé quién. En la  espaciosa casa del novio rico de  una amiga de entonces, se organizó la visión de la película. Nos desternillábamos y respirábamos aliviados porque finalmente había un aire fresco de absoluta creatividad delirante en el cine y español. Y lo hacíamos sin palomitas. era la época en la que las patatas asadas con aceite, sal y pimienta sabían a gloria infinita.

Hoy he empezado el día argumentando sobre la libertad de la creatividad en el blog de Jorge Harmodio MALVERSANDO.  Y henos aquí que lo acabo de la misma manera. 

He seguido a ese director a lo largo de estos años. Cuando yo vivía en Italia se estrenó Átame. Y me tragué los 200 kilómetros hasta Verona para verla. Estaba doblada, así que le dije a mi chico que nos íbamos el fin de semana a verla a Barcelona. Nos queríamos y fuimos. Él no entendió nada, era inglés. Pero la volvimos a ver y se la traduje entera. 

La película que más premios le dio y que a mí no me gustó para nada, la veían mis compañeras de trabajo cuando daba clases en un colegio carísimo y privadísimo de Barcelona. Yo me hacía cruces. Si aquellas aprendices de burguesas disfrutaban de él, ya habíamos avanzado de alguna manera. Sí, se había puesto de moda, pero señores y señoras ¡qué moda!

Para mí Matador es una de las mejores, la he vuelto a ver a lo largo de los años y siempre me ha encantado. Y "Mujeres...", claro. Y Átame. Incluso Kika me gustó. Qué he hecho yo... o Entre tinieblas, Lucy, Pepy...  Tacones..., La flor de mi secreto, La mala educación... Volver es mi otra preferida. recuerdo prefectamente la alegría en La ley del deseo porque finalmente él había conseguido dinero para producir sus películas con una calidad digna de los grandes. Cada vez que se estrena una de sus películas allí estoy en primera fila. Es un ritual que también practico con Woody Allen y Baz Luhrman . 

En marzo se estrena otra película de él: Los abrazos rotos. Me da que tiene algo de Tacones lejanos, no sé... Pero entre medias, Almodóvar ha hecho un corto con la actriz Carmen Machi. Lo han estrenado en el canal de televisión Cuatro, que depende de Prisa (los de El País, vaya, para quienes no están en España). 

El corto tiene infinidad de guiños a sus otras películas: el gazpacho, la dormida, el flan, los cuadritos, los colores, etc. Pero ante todo vuelve aquella manera delirante de explicar las cosas que yo a veces echo de menos en un mundo tan políticamente correcto o tan comercialmente correcto donde pocas cosas se llaman por su nombre sin causar estragos. Su maravilloso delirio esperpéntico nada tiene que ver que sea hombre o mujer, homosexual o hetero. Almodóvar es libertad y creatividad desde sus inicios. 

Pero ya no lo veo en un VcR casi a escondidas. El corto está acompañado de una entrevista que le hace Diego Galán, quien fuera uno de los mejores directores del Festival de San Sebastián. La entrevista es un poco cansina y didáctica. Hoy en día ver al Almodóvar más corrosivo parece que necesita introducción y mediación.  Por eso prefiero incluir el corto primero y la entrevista después para los más curiosos. 

Aquí abajo  incluyo primero el corto y luego la entrevista. 


El corto: La concejala antropófaga




Y la entrevista con Diego Galán:


Leones en la cocina 2

La torre de los dos molinos era blanca, de un blanco liso y bien pintado que se evidenciaba hoy más que otras veces contra el cielo de plomo, como si el blanco quisiera gritar. Desde allí hasta el mar yacían los leones. Los cadáveres parecían niños gigantes vestidos con el mismo abrigo, una especie de uniforme de un lejano colegio, un abrigo de esos que llevan capucha con pelo sintético marrón y que se mueve

con el viento. Leones feroces abandonados en una playa como niños desdichados. El crimen, el horror era así, simplemente había que aceptarlo. Algunos policías jóvenes vomitaban en el mar; otros no habían alcanzado la orilla a tiempo. El olor era nauseabundo. Después de unos años aprenderían a guardar silencio, como él, guardar silencio para afuera «para adentro no te callas, ¿eh?, Landerito, Landerito».

Si bien el paisaje y el olor, aquel olor a podrido profundo y empalagoso le provocaban un rechazo visceral, no podía evitar que la mirada se le clavara en algún punto incierto en el que chocaba con uno de tantos cadáveres. Miraba hacia abajo y allí estaban los cientos cincuenta cadáveres y la alfombra y el papel enganchado a su pie y Rosa. Todo a la vez. Todo en el mismo día. Nada tenía sentido, era la única conclusión posible. «¿Acaso algo tiene sentido?»

Cuanto le había cambiado la vida en tan poco tiempo. Hoy todo era un sinsentido: Rosa dejaba una escueta nota en un post-it y él se encontraba con los cadáveres de ciento

cincuenta leones «macho, apaga y vamonos...» Esa misma mañana al coger el teléfono para atender una llamada que había sido precisamente ésta en la que requerían su presencia, había empezado algo diferente. «Macho, estás fino: algo diferente, algo diferente…»

La llamada de primera hora  había sido corta y no le dejaba mucho tiempo. Sin embargo le costaba levantarse de la cama como si el peso del día se hubiera adelantado aplastándolo. 

Leones en la cocina 1



1
-¿Y cómo habrán llegado hasta aquí?
Efectivamente, eso fue lo primero que se preguntó el subcomisario Landero cuando llegó al lugar de los sucesos. El paisaje no podía ser más desolador, el día no podía ser más desolador y para colmo, él se sentía solo y abandonado, desolado. «Desolador», no cansaba de repetírselo. No, no en sentido figurativo.
Uno, dos y tres. «No, no me da para llegar hasta diez». Hay días en los que Dios se debe de despertar furioso. «O le da por dormir más y el Diablo se aprovecha»
Landero no había visto algo así en su vida, ni él ni ninguna de las personas que estaban presenciando aquel espantoso espectáculo. « Hasta la vida que viene no me toca otro así, ¿eh?, a ver si Tú te lo apuntas».
Ser subinspector de policía en un pequeño pueblo de un municipio reducido conllevaba una cierta tranquilidad «hasta que se rompe» de crímenes de escala
reducida. A veces puede haber alguno un poco más estridente «como el de la mafia rusa, el de hace cuatro años, ¿cuatro?, sí, bueno, cuatro y medio» que resalta no tanto por sus características sino por el contraste con la monotonía acostumbrada.
Uno, dos, tres. «Respira y cuenta Antonio Landero, respira y cuenta» Uno, para empezar aquello se llevaba la palma «y el Oscar y lo que sea, macho» Dos…« no dejes de respirar macho, aplícate, aplícate» tres… «Vaya día».
«Bueno, Landero, deja de divagar» se dijo acomodándose las gafas de sol y esperando que le protegieran aquel panorama. Frente al subinspector Landero había un cielo
añil oscurecido, nubes grises, viento, mucho viento, un aire frío que le corría por dentro y en la blanca torre, una mancha enorme de sangre. Bajo la torre… bajo la torre estaba lo demás. La playa discurría blanca y fina hasta el mar plateado. Sobre la arena, cientos de cadáveres. No uno, ni dos, ni tampoco tres; sino, cientos. ¿Cientos? Sin lugar a dudas, muchos. Hasta que oyó que alguien los contaba. Uno. Dos. Tres. Empezó a escuchar los números a partir de cuarenta y cinco, como si antes le hubieran pasado desapercibidos «no, desapercibidos, no, sólo es que…» y siguió prestando atención, con el corazón que golpeaba al ritmo de cada nueva cifra.
En un día como éste había ciento cincuenta cadáveres de ciento cincuenta leones sobre la playa frente a la torre de los dos molinos que se arraigaba encima de una colina rala. Los contó, necesitaba cerciorarse. Los repasó varias veces, tantas como razones. Causas y números. Debería existir alguna explicación para el horror. «Y si no la encuentro…»
Frente al subinspector Landero, frente a la colina yerma, bajo la torre medieval con dos molinos de viento «una verdadera atracción turística y arquitectónica que contamos como única en este pueblo, pueblo sí, sí, ¿qué dirán ahora?, ¿tendré que irme a otro sitio?» estaba aquel espectáculo de otro mundo. ¿Cómo llamarlo, sino? «¿Qué nombre tiene algo como cientos de estos cadáveres sobre una playa de un pueblo desapercibido? Puedo ir a visitar a mi hermana Pilar en Málaga ... preguntarle qué le dicen sus filósofos.» Landero contemplaba la escena y pensaba en otras cosas. «Pues, digo yo que es normal que te pierdas y divagues hoy,macho, justamente hoy, con las que te han caído encima, Landerito, vaya día me cago en todo».

XXII más preguntas y quizá alguna respuesta

Quizás nos convenga analizar la conveniencia de los sueños desde el punto de vista más racional. Nos servirá tanto para reafirmarnos en nuestra idea como para todo lo contrario. Siempre es útil dudar sobre las creencias de uno mismo. Apliquemos, entonces, el método socrático. Necesitamos un enunciado, otro contrario, una excepción y una matización.

Empecemos por negar toda esta aparente sarta de ensoñaciones. Muchas veces se puede llegar a conclusiones interesantes a partir de la negación de algo o de lo evidente.

Enunciado: Soñar no tiene sentido

Contra enunciado: Podemos encontrar situaciones en las que soñar tiene sentido

Desarrollemos brevemente este contraenunciado.
Podemos soñar con un futuro mejor, un trabajo mejor, un objetivo que queremos alcanzar, una relación con una persona de quien nos hemos enamorado. Podemos preguntarnos si hay otras actividades que tengan sentido para nuestros ejemplos. ¿He soñado alguna vez con una situación que se había dado en la realidad de la vigilia y a partir de ello he dado con el sentido de lo que estaba viviendo? ¿He soñado con personas que conozco o que existen y por lo tanto dan un sentido especial a mis sueños? ¿He soñado con una situación real que en la vida diurna me llena de insatisfacción pero que en el sueño aparece con un sentido nuevo y eso me ha llenado inconscientemente de satisfacción y sentido?

Si soñar no tiene sentido, ¿qué lo tiene? Podemos escribir una lista, larga o corta, lo interesante es que sea lo más profunda posible. De esta lista de resultados posibles cómo podemos saber a ciencia cierta que cada elemento tiene precisamente sentido? ¿Todo cuanto existe tiene sentido? ¿En qué porcentaje?

Como acabas de leer en este desarrollo del contra enunciado, ya ves que se trata de cuestionarse una verdad. Esta parte del proceso puede ser infinita, pero nos basta en este libro con los ejemplos dados anteriormente para llegar a la siguiente conclusión:

Si a veces el hecho de soñar puede tener sentido, entonces el primer enunciado no es totalmente cierto.
Matización: Todo cuanto existe puede tener y no tener sentido de por sí y por lo tanto soñar también.


Como estás observando, querido lector, el método socrático nos empuja a un diálogo constante donde escuchamos y somos escuchados (por nosotros mismos o por otros). Se puede continuar hasta encontrar un enunciado que no puede ser matizado.

El hecho de que las cosas tengan lógica no significa que sean verdaderas. Hay otras maneras de averiguar lo que nos llama como verdadero. Podemos hacerlo con nuestro cuerpo. Un simple ejemplo: hazte una pregunta y volviendo siempre a lo mismo:
¿Soñar tiene sentido?

A continuación siéntate, relájate. Haz tres respiraciones profundas. Estira los brazos para que queden perpendiculares a tu cuerpo, a la altura de los hombros. Puedes hacerlo también con las piernas, de pie y ligeramente abiertas. Otorgaremos a cada brazo o pierna un valor determinado, puedes cambiarlo a tu gusto, pero por ejemplo:

Brazo derecho o pierna derecha: Soñar NO tiene sentido.
Brazo izquierdo o pierna izquierda: Soñar SÍ tiene sentido.


En tus frases es necesario que incluyas el sí o el no.

Coloca cada frase en cada brazo o en cada pierna, imagina que las “pones” allí. Imagina cómo ocupan tu brazo o pierna, cada “sí” y cada “no” corren por las venas de cada miembro. A continuación vamos a comenzar a dar indicaciones a nuestro cuerpo:

1. En primer lugar le dirás que vas a hacer una pregunta para que tus brazos, o piernas, contesten, que cada uno representa una afirmación y una negación a tal pregunta y que el que pese más será la respuesta.

2. Respira una vez más, necesitamos estar relajados para escuchar nuestra voz interior, el canal de expresión de nuestra intuición.

3. Cierra los ojos, extiende los brazos o ponte recto para sentir tus piernas separándolas ligeramente.

4. Haz tu pregunta y mantenla mentalmente.

5. Haz silencio, sólo espera y mantente atento a lo que sucede en tu cuerpo.

6. Has de esperar hasta notar que un la parte de tu cuerpo implicada se manifiesta más claramente; el movimiento del cuerpo no es veloz y si estuvieras tenso, menos aún.

Un libro por un comentario


Válido desde hoy 15 de febrero de 2009 hasta el 22 de febrero de 2009

Si te interesa un libro sobre tarot para principiantes, te envío el mío en pdf. Y te pido algo a cambio: tu comentario sobre el libro. 

Si estás interesado o interesada, puedes escribirme a jimenafernandezweb@gmail.com 
explicándome porqué te interesa 
y qué esperas encontrar o qué estás buscando. 




Para P.

Desde lejos y siempre
Te busco en mi presente y te encuentro
Envuelto en una nube de recuerdos
Te dibujo en el aire, en el agua, en mi tierra
Y sólo hay imágenes con aliento de fuego
Te canto casi en silencio
Porque eres mi secreto
Y yo el tuyo
En nuestro olvido que es inmenso
Mientras pensamos en ausencias, sabemos
Que pasarán las guerras y las hambrunas
En Madrid, los atentados
Escándalos financieros
Y una crisis manchada de ignorancia
Un ciclón, la nieve, aguaceros
Y que no hubo nada más verdadero
Que se prenda a la cola de una nube
Para irse lejos
Y derramar en tu mundo la lluvia fina
De mis besos

Pedro Guerra: La lluvia nunca vuelve hacia arriba

Henry Purcell: If love's a sweet passion (The Fairy Queen)

Pedro Salinas: La voz a ti debida

I

Sí, ¡todo con exceso!
¡La luz, la vida, el mar!
Plural, todo plural,
luces, vidas y mares.
A subir, a ascender
de docenas a cientos,
de cientos a millar,
en una jubilosa
repetici¢n sin fin,
de tu amor, unidad.
Tablas, plumas y máquinas
todo a multiplicar,
caricia por caricia
abrazo por volcán.
Hay que cansar los números.
Que cuenten sin parar,
que se embriaguen contando,
y que no sepan ya
cuál de ellos ser el último;
¡qué vivir sin final!
Que un gran tropel de ceros
asalte nuestras dichas
esbeltas, al pasar,
y las lleve a su cima.
Que se rompan las cifras,
sin poder calcular
ni el tiempo, ni los besos.
Y al otro lado ya
de cómputos, de sinos,
entregarnos a ciegas
-¡exceso, qué penúltimo!-,
a un gran fondo azaroso
que irresistiblemente
está
cantándonos a gritos
fúlgidos de futuro:
"Eso no es nada aún.
Buscaos bien, hay más."

Janis Joplin: To love somebody

Tom Jones: It's not unusual

The Beatles: All my loving

Chico Buarque: Olhos nos olhos

Yves Montand: Les Feuilles Mortes à l´Olympia

Relóticos: cuentos pequeños para gente grande IX

De parte de un San Valentín experimental...


Diosa

Éramos un grupo de amigos que finalmente teníamos trabajo y podíamos permitirnos elegir nuestro destino: fuimos a Egipto.

El calor y el perfume a especias, alabastro y sándalo provocaron que me volviera involuntariosa. Disfrutaba dejándome llevar por la pereza y una cierta indolencia. Supongo que él se dio cuenta. Fue en el museo.

El grupo estaba en otras, nosotros nos habíamos quedado frente a la diosa sonriente de granito negro, uno a cada lado. Me hablaba de sus formas, pero me miraba a mí. Sus manos anchas asían su cabeza y continuaban por su regio cuello, regodeándose en cada línea, en cada poro. Cuando la tomó por los hombros un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Bajé la vista. 

Unos segundos antes había notado cómo sus ojos me escrutaban incluso más allá de mi deseo. Permanecimos en silencio hasta que volví a levantar los ojos hacia sus manos que jugaban entre los labios de la diosa oscura. Me humedecí la boca y le miré fijamente mientras él recorría los pechos de ella y se detenían ardientes sobre su ombligo negro y profundo de secretos milenarios.  La acarició y la rodeó. Cada una de sus manos eran lenguas que se apoderaban de aquel vientre de granito. No había nadie en aquélla sala olvidada. No se escuchaba nada. Sólo se presentían mis jadeos quedos y sus susurros. Me miraba a mí, era a mí.

 Apoyé mis manos heladas sobre mi vientre. Le fui acompañando en su búsqueda mientras él apoyaba las palmas sobre el sexo de la diosa. Se detuvo allí. Yo también, que le imitaba hipnotizada. Señaló con su mirada mi sexo, yo separé los labios y las piernas. Pero comencé a sentir celos de aquélla diosa desnuda entre sus  manos. Peor no tuve mucho tiempo para seguir pensando porque ya él empezaba a dibujar formas inquietantes sobre su vulva. Me convertí en una autómata que repetía cada uno de sus movimientos.

Se desnudó y comenzó a delinearla con su miembro erecto. Me miraba a mí, era a mí. No pude oponerme. Incluso sentía un oscuro placer en dejarme llevar hacia la diosa. Se inclinó y tomó sus pies sigiloso. Besó los pequeños dedos mientras deslizaba una mano hasta el talón para volver a subirla hacia la pantorrilla. Luego lo repitió todo con su lengua perdiéndose en el empeine. La mano siguió surcándola y su lengua y su luego su miembro. El tocó con afán su vulva, yo sentí que ardía. Entonces le supliqué que me penetrara. Pero quien gritó fue ella.

 

Relóticos: cuentos pequeños para gente grande VIII

De parte de un San Valentín suntuoso...

Rey

En la corte del joven Rey Luis XIV todo estaba permitido. Las fiestas de palacio comenzaban con grandes hogueras y licores orientales, se sucedían los bailes y las grandes orgías. Dícese que el Rey se complacía en los más diversos y variados lujos de la carne. Se paseaba su alteza entre los gemidos y los cuerpos sudorosos, desnudo, hasta encontrar la vulva más preciada.

Pero un día se aburrió. Su corte de amantes de todas las edades y sexo temieron por su futuro y se confabularon. Hicieron traer una reina africana experta en las artes amatorias y en la brujería. Lo uno o lo otro les beneficiaría.

Al llegar a palacio la precedió su fama de gran vestal negra del placer. No permitió que le Rey la viera durante siete días. Al octavo abrió la puerta de su cámara, pero prohibió que se encendieran las velas. El rey podía oler su perfume de mar  tierra húmeda, pero no la encontró. Antes de que amaneciera fue obligado a retirarse. A  la noche siguiente la rabia real era tal que se negó a verla, pero tuvo extraños sueños y se despertó erecto, excitado y aún más rabioso. Golpeó con todas sus fuerzas las puertas de la habitación de la Reina Negra, llamó a sus guardias, pero nada ni nadie pudo flanquear aquel espacio. En la novena noche notó cómo alguien se acercaba a su lecho y le ataba como si fuera un vulgar prisionero. Era ella, era su perfume único y embriagador hasta la locura. Sintió su cuerpo entre aceites y cómo ella le masajeaba con  sus pechos tersos y su sexo sin más palabras que su constante jadeo. Al mediodía el Rey se despertó maniatado aún a su cama, estaba tan erecto desde hacía tantas horas que gritaba de desesperación y no bastaron sus amantes para satisfacerle.  En la décima noche el rey esperó y suplicó ante su puerta en vano. Pero sin saber cómo se despertó una vez más maniatado y completamente erecto.

En la noche doceava esperó en su cama desnudo y a oscuras. Ella era su reina. Ahora lo sabía. Lo vociferó no paraba de gritar “Mi reina y mi señora” hasta que poco antes del amanecer se cerraron las cortinas, ella besó su sexo duro e hizo que él la lamiera por completo. Una vez más y sin recordar cómo, el rey despertó esclavo en su propio lecho.

En la noche siguiente al entrar en sus aposentos el rey fue desnudado por jóvenes vírgenes de uno y otro sexo mientras ella le contemplaba desde un rincón oscuro como una pantera al acecho. El rey había perdido todo su poder y se entregaba a tales únicos y otros inimaginables placeres.

Una noche su Señora y Reina le tomó entre sus labios, él la penetró donde ella le indicara. Él nunca olvidaría aquel olor único de aquella vez, era tierra húmeda y pantanosa, era noche y viento, era todo cuanto jamás había olido con anterioridad. Ese olor le volvió loco de placer toda la noche. Ella se encargó a partir de entonces de que el rey lo buscara con ahínco y encontrara algunas gotas de aquel perfume único en cada uno de sus múltiples amantes. 

Marilyn Manson: Heart-Shaped Glasses

Relóticos: cuentos pequeños para gente grande VII

De parte de un San Valentín diablillo...

Olor a verde oscuro

Cuando cerramos la puerta de su casa nos desnudamos entre besos y manos. Estábamos desnudos en su pasillo verde oscuro, inclinados sobre la puerta. Lo primero que hizo fue tomar mis pechos como si fueran suyos. Yo estaba adherida a la puerta, conteniendo la respiración, con la piel completamente erizada, excitada. Hechizada. Su lengua paseó ante mis ojos, se fue deslizando diestra por la comisura de mis labios evitando entrar en mi boca. Surcó mi cuello, mis hombros. Se detuvo a envolver mis pechos, a mordisqueármelos. Su mano recorría mi espalda y descendía hasta encontrar el espacio entre mis muslos para provocar que los abriera a su merced. Entonces se detuvo y yo no quería. Pero él se paró, me miró, susurró algo al oído que yo no podía entender. Me dejó allí. Yo no me movía. Se fue.

Volvió con un barreño y una esponja. Enjabonó mi sexo una y otra vez. En el agua había cubitos de hielo, estaba helada. Echaba agua y me enjabonaba mientras yo sólo podía emitir unos gritos agudos de placer prolongado obligado esclavizado.

Luego tomó una cuchilla y me fue rasurando despacio, muy despacio. Pasaba la yema de sus dedos entre los labios de mi vulva, sobre mi clítoris eléctrico y luego, el agua helada y mis grititos. Tardó una eternidad y cada vez que yo estaba a punto de tener un orgasmo, volvía a detenerse y me echaba el agua helada. Cuando yo estaba completamente rasurada, me secó primero con una toalla muy suave, luego con su aliento y finalmente con sus manos calientes. Volvió a desaparecer.

Llegó y me llenó de crema de chocolate, me embadurnó y me lamió hasta saciarnos. Me tumbó sobre el suelo del pasillo verde oscuro, el suelo estaba frío, húmedo y aún enjabonado. Espolvoreó mi sexo con canela. Puso miel en mis manos y me hizo untarle su pene mientras me llenaba la boca con su lengua. Luego le supliqué que me penetrara y jadeamos como dioses enloquecidos.

Robbie Williams & Kylie Minogue: Kids

Robbie Williams: Lovelight

Relóticos: cuentos pequeños para gente grande VI

De parte un San Valentín inclasificado

Amor, un lunes

Abrí  finalmente la puerta de casa. Quince minutos de metro jamás me habían pesado tanto. No podía seguir en aquel trabajo, tenía el alma agotada. Me pesaba el cuerpo y me dolían los pies, hinchados como un par de ballenas en  elegantes jarrones de flores. Subí las escaleras hacia casa, escalón a escalón, grito ahogado tras grito ahogado. Abrí, cerré la puerta al fin. Se me derrumbaban las lágrimas.

Había luz en la cocina. Él estaba allí. Ese sentimiento tan inefable que sólo se puede nombrar con una palabra: amor. Mi amor estaba preparando la cena para dos. Apagó el fuego y me besó con sabor a cebolla. Ácidas y picantes sus manos. Siguió el curso de mis lágrimas con la yema de los dedos. Del párpado al ala de la nariz, hacia arriba, hacia abajo hasta  la comisura de mis labios húmedos. Siguió por el mentón, su dedo de sal detrás de mi río de lágrimas perdidas por mi cuello hasta mi pezón. Tomó mi cabeza entre sus manos. Su boca y mi boca se enredaban en olas de mar salado, ajo, tomate y cilantro.

Se acercó al lóbulo de mi oreja y apoyó sus labios al borde de mi nuca: - mi amor, mi amor.

Mientras caía mi jersey, desabrochaba mi pena y deslizaba mi blusa. Se derribaba mi temor, desobedecía la tristeza. Se desgranaba mi collar entre el sujetador y se desplomaba mi desdicha. Despacio. Desmenuzaba mi falda, se  desordenaban las medias y despistadas alzaban el vuelo. Desvariados despropósitos se desperdigaban. Mis braguitas y mil palomas blancas. Su deseo en mi sexo junto a su mano cálida. Mis zapatos se desprendieron desparejos. Estaba desnuda. Me arropó.

-          Desvísteme.

Dulce designio. A cada centímetro, un beso. El amor nos cabía entero. Su piel iba rozando la mía y nos anudábamos y su cuello en el mío y sus pezones y mis pechos, su ombligo, su sexo acariciando mi cuerpo. Me recorría dibujando flores y pájaros, peces de mil colores libres, salvajes, amándose. Nuestras manos y bocas buscándose, arropándose, lamiéndose y cubriéndose.

Nos tumbamos en el pasillo. El suelo estaba tan frío y desierto, nos abrazamos aún más. Sólo queríamos penetrarnos. Deseaba tanto su sexo dentro de mí, su lengua dentro de mí, sus manos en mí. Él se tomaba su tiempo mientras yo comenzaba a gemir repetidamente: -penétrame, penétrame. 

Nadie ganaba, nadie perdía. Ambos  deseábamos poseernos. Deslicé su mano hasta mi vagina empapada. Sumergía sus dedos y rodeaba mi clítoris haciendo una delicada presión que me llenaba de escalofríos. Tomé su mano de la muñeca y la fui introduciendo dentro mío mientras notaba su pene completamente erecto rozando mi muslo. Comencé a cerrar las piernas y a introducir mi lengua en su boca. Me movía al ritmo de mi respiración inmensa. Nos acunábamos el uno entre el otro. Él, luego,  estiró mis manos hacia atrás, las sostuvo con las suyas. Nos detuvimos a mirarnos un segundo eterno mientras él introducía su miembro y yo enmudecía.

 

 

Lenny Kravitz: Fly Away

Catherine Zeta Johnes: All that jazz (Chicago)

Diapositivas: Turquesa

II

Turquesa

 

Fondo negro. Ojos que parpadean y ojos amarillos de gato. Muchos.

Y más.

Desde allí aparece una pequeña niña.

Está de pie sobre algo que gira.

Ella es muy pequeña.

Sólo da vueltas y vueltas impelidas.

Lleva un disfraz,

es un vestido atemporal

azul turquesa vivo con lunares rosa  chillón rodeado de blondas caprichosas.

También lleva un sombrero sencillo cubierto de flores infantiles.

Dos trenzas con sendos lazos también turquesa,

medias blancas y gruesas que acaban en unos

zapatitos de charol opacos.

Da vueltas como las bailarinas de roídas cajas musicales.

Los giros vienen hacia aquí

La acercan hasta que se ve su cara:

Es una niña embalsamada

Porcelana que abre y cierra sus párpados avisándonos que se va a romper,

Se va a romper,

¡Es urgente, urgente!

¡Desde dentro estallará ya!

Pulverizándose sobre la pantalla en millones de trocitos aún más pequeños que ella.

No sé si duele, pero infunde un horror primigenio.

 

 

 

 

Diapositivas: Morado

I

Morado

 

Aquí sentada frente al mar, inerte frente al ir y venir de las olas.

Es un mar tranquilo de cuna y madre.

Entre las olas y yo,

un trozo rectangular de arena brillante,

un trozo de cielo refulgente

y decenas de pequeños pájaros blancos y verdes que cruzan de oeste a este.

Yo estoy sentada en una silla que me pertenece.

Es de hierros oxidados que envuelven mi tórax desnudo como un corsé.

Por lo demás

 llevo el pelo largo y suelto,

una falda roja

que descansa sobre mí

como yo sobre mi trono y mis pies sobre la arena arden.

Detrás de mí, la legión de mis antepasados grises y silenciosos,

testigos.

Los ojos me queman.

Los pájaros vuelven a cruzarse,

 pero sólo alcanzo a ver sus sombras moradas sobre la arena

Amarilla, amarilla.

Cierro los ojos para descansar

Y sentir el calor del sol sobre mi lado derecho.

Por el izquierdo, un persistente viento frío,

 la piel de gallina.

La arena dibuja espirales reverberantes con el que me golpean látigos.

 

 

Memorias de una vidente 1

1

Y ASÍ EMPEZÓ TODO

 

-          Madre, mándeme usted a hacer algo.

-          Pero niña, puedes irte a jugar con tus amiguitos.

-          Es que ellos aún están haciendo los deberes y yo me aburro, madre, dígame, ¿le hago algún recado?

-          Ya has acabado tus deberes, ¿verdad?

-          Sí, madre, sí.

-          A ver... enséñamelos.

-          Mire, madre, aquí, ¿lo ve?, aquí pone la fecha de ayer y lo que hay que hacer y aquí está todo ordenado.

-          Muy bien, mi niña, muy bien. Entonces puedo pedirte que me hagas un recado un poco largo.

-          ¡Sí, sí!

-          Pues irás a casa de los tíos  a llevarles esta cesta.

María Antonia no tenía más que unos nueve años, nueve y unos pocos meses por aquel entonces. Le gustaba ayudar en casa y sobretodo mantenerse ocupada. Era de las primeras en levantarse por la mañana y cuando los demás bajaban se encontraban con la mesa del desayuno ya preparada. Aquella niña era un terremoto, comentaban las vecinas. Pero lo decían sin menospreciarla, sino como una cierta forma de admiración y agradecimiento pues también a ellas les hacía algunos recados, ordeñaba sus vacas o cuidaba de algún bebé, que por aquel entonces en el pueblo habían nacido unos cuantos. María Antonia tenía experiencia con niños, a pesar de ser la más pequeña de la familia, ya que desde muy  pequeña había comenzado a ocuparse de los hijos de sus hermanas mayores cuando hacía falta. Por ser la menor y porque ya no quedaban más hijos en la casa, había podido instalarse en la buhardilla teniendo un espacio en el que reinar ella sola a su entera libertad. Su primo Juan  había reparado las paredes con tablas que sobraban de las obras en las cuales trabajaba. Luego subieron la cama, el ropero y la mesilla. Alargaron los cables de manera provisional hasta poder hacer una instalación eléctrica mejor que tardaría en llegar, para dicha de la niña que prefería iluminarse con velas cuando el sistema fallaba. Para su cumpleaños  ella  había pedido una habitación para ella sola de color lila y rosa, y con estrellitas plateadas en el techo. Su madre la envió a un recado a casa de los tíos María y Pepe que vivían en el pueblo de al lado, tardaría al menos unas tres horas en ir y volver. Últimamente siempre se las arreglaba para enviarles alguna cosa, un potaje, unos panecillos, lo que fuera con tal de mantener a la niña lejos de allí, que tenía como un sexto sentido para saber qué ocurría, por eso mismo era mejor alejarla si se preparaba una sorpresa, como era el caso.  Eso era lo que había pasado cuando iba a cumplir los seis y luego con los siete o los ocho y con los Reyes, también. Si se escondían los regalos en casa, Toñi  sabía qué era y dónde estaban; se lo contaba a sus hermanas que luego se quejaban a su madre por haber desvelado el secreto y arruinado la sorpresa para la pequeña, pero después de un par de veces descubrieron que nadie decía nada y que la niña siempre lo sabía. Nunca le preguntaron cómo, sino que se cuidaron mucho de esconder los paquetes en casa o de mencionar el tema.  Así que esta vez iban a prepararlo bien. Con las perdices en escabeche no dio tiempo de acabar la limpieza de la buhardilla, la niña era la única que solía subir  por allí y por lo visto no le asustaban los ratoncillos ni las arañas; además, había una enorme cantidad de trastos viejos.  La madre, Doña Asunción, a  partir de entonces quedó de acuerdo con su hermana que ella le enviaría viandas y que una vez que la niña llegara a la casa la invitarían con un gran trozo de tarta para entretenerla un rato más, las golosinas y las peticiones de más variado tipo eran la única manera de enredarla. Cada sábado durante los dos siguientes meses obedecieron a un estricto plan de señales y acuerdos con el fin de prepararle la gran sorpresa.  Los panecillos y la tarta de manzana hicieron la segunda parte de la limpieza y fueron sucedidos por empanadillas y el pastel de chocolate que se encargaron de las reparaciones junto  la carne adobada y filloas; chorizos del tiempo y bizcocho de nueces, así como tantas otras viandas y demás acabados. Se acercaba el  día en el que la familia se reuniría, habían elegido el domingo, después de misa.